Por María de la Luz Carrillo Romero |
Las mujeres fuertes se destacan por su forma de ver y sentir la vida son admiradas, pero también, son temidas, así fue Guadalupe Marín Preciado. Nació en Ciudad Guzmán, Jalisco en 1895, su existencia se cerró a los 88 años. Su educación formal llegó hasta primaria, pero su verdadero aprendizaje fue su arriesgada y relevante forma de vivir. Diego Rivera cuando visitó el Bajío la conoció, su encuentro fue impactante, al observar los hermosos ojos verdes de la joven Guadalupe. Fue su modelo, de especial belleza. El pintor la empezó a cortejar y al poco tiempo se casaron por la iglesia. Sin embargo, el matrimonio navegó por mares turbulentos por las constantes infidelidades y ausencias de Diego Rivera, situación que Guadalupe Marín resiente y su propia inexperiencia la llevan a padecer los celos que paso a paso fueron minando el matrimonio.
Si bien sufrió los reveses emocionales y económicos de la separación, Marín pudo salir airosa, pero, se desatiende por un largo tiempo de sus dos hijas; Ruth Rivera Marín, arquitecta, y Guadalupe Rivera Marín. En algunas de las entrevistas que hiciera la gran escritora Elena Poniatowska a los nietos y nietas de Guadalupe Marín se refieren a ella como una amorosa y buena abuela, en cambio, Guadalupe, la consideró muy desatendida con ellas, pues cuando se volvió a casar con el poeta Jorge Cuesta, Ruth y ella vivieron por algún tiempo en casa de Frida Kahlo. De su breve relación con Cuesta Marín tuvo a su hijo Antonio.
Su carácter de lucha la condujo por difíciles caminos. Sufrió después del parto de su hijo una terrible enfermedad psicológica, la cual la postró por más de un año y encrudeció las relaciones con el poeta que la desatendió y se vio obligada a pedir ayuda de sus familiares. Sobreviviente de la violencia machista de la familia de Jorge Cuesta, se divorció, en un litigio desgastante, así con dificultades logra rescatar a su hijo y para ello cuenta con el apoyo de Diego Rivera que paradójicamente, después de separados se unen como buenos amigos, pero con quién tuvo mayor apego fue con Frida, se dice que Guadalupe Marín la apoyaba en la elaboración de ricos menús culinarios cuando Frida tenía invitados especiales.
Guadalupe Marín, en su novela La única (UNAM, colección Vindictas, 2020) que escribió en 1938 relata sus experiencias buenas y malas con el trato y amistad de escritores como Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Salvador Novo y Bernardo Ortiz de Montellano, entre otros poetas, sin embargo, cuando Guadalupe Marín publicó su obra varios de esos poetas como Juan de la Tablada censuraron su estilo mediocre y ramplón, valoración negativa que impidió la promoción y venta de su libro y que hoy después de 82 años tenemos la oportunidad de conocer. Texto polémico que revela toda una época importante de la vida cultural y política del México posrevolucionario.
Cabe señalar que Lupe Marín tenía 43 años cuando concibió su obra. Además, con dificultades económicas pudo imprimirla por la editorial de Loera y Chávez de la ciudad de México y la portada fue diseñada por Diego Rivera. Marín crea a su protagonista; se llama Marcela, joven mujer que enfrenta dos experiencias de matrimonio nada agradables, y aquí observamos como la autora traslada sus propias vivencias en este personaje, al igual que Marín, se abre camino en un mundo de estereotipos y prejuicios para desarrollar su autonomía y su propia personalidad, la cual se forjó atravesado censuras y rechazos. Sin embargo, es muy disfrutable la lectura de su novela por sus tonos irónicos.
Su estilo es directo, elabora frases reflexivas como: “La única felicidad real, creo yo, es tener ojos y oídos sólo para ver y oír lo agradable dejando las faltas y defectos de los otros a los que los vean y juzguen los que se creen superiores, que serán inferiores porque descuidarán su propia vida”. La protagonista, vive situaciones donde los demás no la entienden o poco le ayudan, asimismo, describe las falsas amistades como una amiga en París que la deja en la calle. No obstante, su visión no es victimista pese a que enfrentó pocas muestras de solidaridad, si bien es cierto que contó con amistades leales, también hubo algunas que la traicionaron y se burlaron de ella.
De esta forma Guadalupe Marín en su novela La única, refleja su pensamiento, su crítica al sistema desigual y corrupto de la política de los años cuarenta, además, con un dejo burlón se ríe de ella misma con la hilaridad sabia de una mujer que rompió con los estereotipos de su época. Por eso celebro que la colección de Vindictas (UNAM) haya publicado a creadoras como Guadalupe Marín Aparicio para recuperan sus voces y reconocer su contribución a la cultura, al reconocer su legado para las nuevas lectoras y nuevos lectores. Finalmente, a Guadalupe Marín en varias entrevistas le molestaba y entristecía que le preguntaran sobre Diego Rivera y no sobre sus propias aspiraciones.